Autor: Pedro Ignacio Fraile Yécora, 24/07/2016. Blog «Cuaderno de un Peregrino»
Hay personas que las llevamos inscritas en el corazón y no solo en el pensamiento. Cuando, en un momento de silencio interior, de reajustes y de puestas a punto, echamos la vista atrás, aparecen sin que se les llame. Una de esas personas es la del sacerdote salmantino Marcelino Legido. No puedo decir que hubiera sido amigo suyo, ¡vana e inútil pretensión!, pero sí puedo decir que hice en más de una ocasión ejercicios espirituales con él y que marcó mi vida. Eran los años ochenta cuando por todos los lugares de la geografía española se hablaba de un hombre menudo, muy humilde, muy listo; enjuto en su físico, enorme en su vida de cristiano.
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